In Time To Voices siguen utilizando esa fórmula de los vocales dobles, alternándolos en estribillos y logrando deliciosas y pegadizas explosiones de energía. Pero esta vez no utilizan tanto ese recurso en la mayoría de las canciones, cosa que sí hacían antes; se han alejado de una postura más juvenil y han dado un paso maduro. Repetir una misma fórmula durante tanto tiempo es algo que suele cansar, sobre todo cuando esta no es una compleja maravilla sonora y tú no eres un grupo grande (véase por ejemplo el caso de Kasabian). Así que a riesgo de resultar un poco pelmazos, a pesar de que la estructura de sus canciones era sencilla y efectista, Blood Red Shoes han sido inteligentes y han optado por dosificar la fórmula de aguantar la canción para después demolerla. Ahora Laura-Mary Carter y Steven Ansell cantan diferente, gritan menos y no resultan tan escandalosos a la hora de interpretar sus letras. Pero el mejor cambio es que tienen un sonido más depurado, siguen dándole con la raíz grunge de una forma más sutil.
Siéntate que se está cómodo |
Uno de los pequeños avances son los arreglos y el uso del teclado que aplican a su fórmula, como se observa en The Silence And The Drone, Slip Into Blue o Stop Kicking. A pesar de que los cambios son pocos, nos dejan temas diferentes a sus habituales embestidas como es el caso de la poderosa pero lenta Nigh Light. Después ya vuelven a lo mejor que saben hacer, que no es más que furia y ruido. Lo dicho, a pesar de que les encanta dinamitar, han modificado aunque sea poco, las distorsiones y los efectos que seguían sus tres o cuatro acordes. 7 Years y Je Me Perds dan fe. Y que nadie les quite el espíritu riot grrrrrl.
No se puede decir que Blood Red Shoes hayan pegado un pelotazo o hayan sorprendido con este tercer disco. De hecho no ha sido así; siguen haciendo lo mismo de siempre pero con ciertas diferencias, sin ser tan frenéticos y con algunos matices nuevos en su sonido. Puede que a algunos les aburra porque es básicamente lo de siempre y otros prefieran que vuelvan a lo de siempre, a ese frenetismo y a ese guitarrazo fácil. Un disco que salva la tarde.
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