A principios de abril han vuelto a hacer de las suyas uno de esos grupos que empiezan por Black. Últimamente parece que todo lo que empieza por Black es bueno. Y en efecto,
Black Mountain no son menos. Han vuelto a producir dosis de rock en cantidades salvajes y con riffs a bocajarro en su cuarto disco, eso sí, en formato BSO. Lo han hecho para la película
Year Zero, de
Globe, 0000, una peli de surferos. No sé cuántos de vosotros sois aficionados a las pelis de surf, pero con esta pedazo de BSO dan ganas de ir corriendo a verla. Aunque ciertamente hay algo de trampa, porque se nutren de temas de anteriores discos. Aunque eso sí, la recopilación queda dispuesta para soltarla en el oleaje y crear un tsunami. En cualquier caso, este cuarto trabajo de los canadienses, continúa confirmando que es una de las mejores bandas de rock n roll de la actualidad.
Wilderness Heart, su anterior álbum, fue de lo más destacable de 2010. Este año, al menos, no dejarán indiferentes a los amigos del rock más visceral, psicodélico y furioso. Eso como mínimo. Los de Vancouver tienen esa capacidad de erizar los pelos en poco tiempo; a pesar de que tienen canciones lentas y tibias, dignas de representar un mar en calma, también son capaces de elaborar riffs y guitarrazos dignos de
Thin Lizzy o de un
Jimmy Page inflamable. En la discografía de Black Mountain se pueden escuchar punteos semi hardcoretas que evocan a rockeros de pelo largo con ganas de salvar el mundo. Y en el contexto de este
Year Zero, parece que dispuestos a levantar las aguas, a lo Moisés (sí, el de las tablas).
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Lo importante va por dentro |
Vertiginoso, árido, épico y con mucho cuero. Black Mountain cumple todos esos requisitos, y más si juntan algunas de sus mejores canciones con las nuevas para la banda sonora, a modo de Grandes Éxitos. No hay que olvidar tampoco que se trata de una banda sonora y hay algunos temas más ambientales que está claro que están dedicados a este fin, como es el caso de
Embrace Euphoria o
In Sequences. Por el resto, que en cierta parte lo es, bien podría parecer un nuevo disco. Las canciones de discos anteriores de Black Mountain son cuatro:
Tyrants,
Bright Lights,
Wilderness Heart y
Modern Music. Vamos que han elegido de lo mejor de su discografía. Sólo hace falta retrotraerse años atrás para recordar estas tres primeras canciones y comprobar que esta banda sonora es demoledora: se juntan buenos duetos vocales, riffs lentos y a quemarropa y arrebatos setenteros pero contemporáneos que hacen el oído agua. Olas, en este caso.
Si quitamos lo que ya habíamos escuchado nos quedan en general temas no tan rockeros, más enfocados a un toque psicodélico y experimental, como el caso de
Phosphorescent Waves (por el título, en efecto, va de olas la cosa), y las que habíamos comentado antes. Del alma pura del grupo nos queda
Mary Lou, con guitarras abrasivas y
Breathe, con
Amber Webber en un tono solemne que nos sumerge en un mar de distorsión y psicodelia.
Vamos, que aunque la mitad de las canciones ya las hemos escuchado, unas pocas tienen un enfoque muy de banda sonora y otras sí que son de la marca Black Mountain, menuda torta musical para poner en un cine. Es cierto que parece poco más que una recopilación con lo mejor de los canadienses, pero ¡menuda recopilación! A esto se le llama una bsrock y lo demás es andarse con chiquitas. La próxima vez que vayas a la playa ponte el disco. Con Black Mountain puedes destruir el mar.
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