The Vandelles - Strange Girls Don't Cry, noise y revival para tu vecino

Distorsiones, mucho uso del pedal, música surf... Así son The Vandelles y así es, como era de esperar, su segundo disco, Strange Girls Don't Cry. En una época donde hay encarnizadas batallas para encabezar festivales donde priman decenas de grupos iguales; subidos al carro de lo que se lleva, siempre viene bien acudir a grupos que homenajean décadas pasadas con su música, sin complejidades y grandes pretensiones. La banda de Brooklyn es un ejemplo de este tipo de formaciones. Una vez más acuden para desgastar su suela, golpeando los pedales.

Después de un buen debut como Del Black Aloha y algún ep, Summer Fling, los Vandelles siguen a lo suyo, haciendo la música que les gusta, sin guardar mucho parentesco con otros insignes paisanos de la actualidad de Brooklyn como Vivian Girls o Crystal Stilts. Más que de bonitas melodías y canciones luminosas, a ellos también les gusta eso del revival, aunque tiran más por el rock n roll y el garage setentero. Entre algunos grupos que describan su sunido podemos encontrar desde el garage oscuro de los Cramps hasta el noise melódico de Jesus And Mary Chain. Y sí, aunque no les guste reconocerlo, algo de ese airecillo revivalista y psicodélico que se percibe en la ciudad.

A pesar de que Strange Girls Don't Cry deja buen sabor de boca y han limpiado su sonido, Del Black Aloha sigue siendo su mejor carta de presentación, donde se muestran más salvajes. También es cierto que la mayoría de canciones seguían el mismo patrón de tocar, pisar el pedal y levantar el pie. En este segundo largo han apostado por no abusar y además siguen con su idiosincrasia, hacer vibrar las cuerdas de sus guitarras y apelar al sempiterno reverb. Además también hay un toque algo más surfero, para ir escuchando mientras conduces y te diriges a una paradisíaca playa a deasfiar al mundo con tu tabla. Es la sensación del tema que da nombre al disco, Strange Girls Don't Cry. Para el momento de juntarse con los amiguetes y tirarse a por las olas tenemos en cambio el sol del atardecer que nos ofrece Good Boys Don't Lie y Way Through You, lejos de preocupación alguna.

Qué tiempos

El disco está dividido en varias parcelas, antes de llegar a la anteriormente mencionada, la del surf y la despreocupación, tenemos a los Vandelles puros, los de las distorsiones y todos esos recursos estridentes que ofrece un pedal. En la mitad del trayecto está su momento revivalista, donde tocan en la misma cueva que los Cramps y dejan destellos psicodélicos a modo de los Sonics. Pero los Vandelles más disfrutables, aunque en su vertiente más happy tienen detalles entrañables, son los que llegan al equilibrio entre el noise rock y el revival setentero, como en Miles Away, la perla del disco. Al final nos reencontramos con la parte más sencilla del conjunto, la que se nos presentaba al inicio del álbum; la que se dedica a pisar y levantar el pie del pedal.

Ellos siguen dándole a lo de la autoproducción, después de haber pasado por sellos pequeños, lo que les da la oportunidad de seguir haciendo lo que les da la gana, sin presiones. Con este nuevo trabajo seguirán sin saltar al gran público para que después los metan en el saco que les corresponda, pero seguirán jugando en el anonimato con sus capas de psicodelia, rellenas de ruidos y distorsiones hasta que quieran. Los Vandelles se alejan de las complejidades de la alta costura musical y se centran en el puro hedonismo, en tocar, hacer ruido y juntarse con los colegas para beberse unas cervezas. Pequeños placeres que ofrece el buen el rock n roll, el que está alejado de las posturas.