Hay que reconocer que las obras marciales del galo, en ocasiones acongojan por su potentísima atmósfera, por ese ambiente cargado que, sumado a grabaciones y arreglos bélicos, logran piezas temibles. El porqué ha dejado ese camino, es cierto que había grandes composiciones, pero poco a poco se han ido conviertiendo en monótonas. De ahí que se entienda su nueva faceta más cercana a un synth pop oscuro. Y el cabreo por parte de los seguidores de aquél movimiento que se llamó pop militar.
Principalmente, los problemas que tienen los discos de Dernière Volonté es que son demasiado densos y en ocasiones se puede convertir en una tarea hercúlea el escuchar un disco suyo del tirón. Es una de las primeras sensaciones -ya vividas anteriormente- que van llegando la primera vez que escuchas Mon Meilleur Ennemi. No obstante, estos aires afrancesados y solemnes crecen con la escucha. La percusión y la instrumentación de viento logran que, a pesar de que en ocasiones te resulte farragoso continuar, sigas adelante. Y así es como poco a poco te vas haciendo con él. Porque al final, si te gustaban sus marchas marciales, a no ser que seas un enfermizo historiador que está todo el día arrinconado en un despacho, te
gustará.
Dernière haciendo lo que le da la gana, ya tenía ganas |
Immortel fue un disco, aunque también épico y más elaborado. Aquí encontramos menos opacidad en las capas sonoras, moldeando el órgano para que suene a modo de marcha hacia la guerra en La Fete Est Finie, o de viaje nirvanístico tras la muerte en Que Toi. Nuestros vecinos por el este saben algo de patriotismo, y aun con todo, algunos temas del disco siguen recordando, no a una marcha marcial, pero sí a una sintonía épica de esas de ponerse la mano en el pecho y tirar hacia delante con el regimiento, cual teniente Winters, caminando con dignidad hacia la muerte. Ahí están Un Claquement De Doigt o Mon Milleur Ennemi.
Esto es lo que tenemos este año de Dernière Volonté, seguidismo de su anterior larga duración, de nuevo apelando a los sintetizadores de los ochenta, pero practicando un synth pop corpulento, solemne y épico, resultado de la faceta de pop militar que practicaba en antaño. Un trabajo recomendado para los que se emocionan con la epicidad (doble si la sumamos con el francés) y para algún rezagado amigo del synth pop ochentero. Si eres de los que seguían a Dernière en su etapa guerramundialística, igual no deberías darle al play.
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