Tras escuchar y ver Bounty, piezas muy recomendables si te interesa indagar las posibilidades de la electrónica, que aumentan como elemento artístico con proyecciones visuales, se hace inevitable la curiosidad por ver qué ha preparado la artista sueca en Kin. En la anterior tanda de videoclips, Iamamiwhoami nos telatransportaba a su mundo de ciencia ficción, donde tu mente combinaba las imágenes fantásticas con la electrónica onírica. Esta vez, esta rubia sueca -valga la redundancia- sigue apostando por sentimientos de soledad, melancolía y algún que otro punto de pensamiento colorido. En cualquier caso, no toca aristas tan claustrofóbicas como sus primeras producciones y se centra de una forma más liviana en un mundo irreal.
Su música puede encandilarte rápidamente, con esa mezcla entre electrónica y dream pop y uno de sus grandes fuertes, su voz, que parece una especie de Björk con reverb elevado al cubo. Es electrónica bastante accesible, pero escuchar Iamamiwhoami simplemente, es contemplar su obra a medias; se precisa de esa parte visual que ofrece en sus vídeos, para comprobar el poder de la electrónica elevando la conciencia y las sensaciones que ésta puede ofrecerte. Vídeos como el de Y, que tiene más de ocho millones de visitas, refuta esa necesidad de complementar ambas partes del arte de la sueca: la música y la imagen. Con sólo una de las dos partes, es un proyecto a medias que pierde fuelle, cada una de las dos partes refuerza a la otra.
Se hace la sueca |
En el último tercio de este viaje tan personal, corta tajantemente los paisajes de bosques frondosos para cambiarlos por un desierto en el que sólo tiene su voz suave como la seda, rodeada de aguijones digitales que podrían recordar a unos amansados The Knife. Musicalmente, este tramo del disco es el más interesante, donde se aleja de esa parte melancólica, muy manida ya en cualquier cosa que huela a electropop, y donde se adentra en paisajes más rocosos (visualmente) y sintéticos (musicalmente). Kill suena a rendición, a haber perdido la batalla. Pero al final se levanta y encuentra la cura -a la que hacía referencia en su disco anterior- en Goods, vestida de arlequín. Sí, de arlequín.
Iamamiwhoami no es un proyecto que te vaya a salvar la vida en la electrónica, pero es una interesante combinación audiovisual para comprobar hasta dónde puede llegar tu mente, para ver quién evoca más, si tú o la propuesta imaginativa de la sueca.
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