La potente entrada en escena que protagonizó Nathan Fake, sumada a su buen primer largo, Drowning In A Sea Of Love, hicieron rápidamente que todos pusiéramos sus ojos en él. Su técnica y las texturas que presentaba en esas capas sonoras, entre un ambient desnudo y melancólico y un techno suave pero con buenos cimientos, se mostraban como un arma infalible en las que parecía que cada lanzamiento del chico era de obligatoria escucha. Pero ya se sabe que estar en lo alto cuesta, la presión del viento pesa cada vez más y respirar se convierte en una tarea hercúlea. Al final tienes que bajar un poco para poder respirar más tranquilamente y prepararte para la próxima subida.
Cromatismo vario |
Ese bajón de alpinista es algo similar a lo que le ha ocurrido a Nathan Fake, que últimamente parece que se ha quedado a mitad de subida, incapaz de ofrecer un leve estirón que le devuelva a la cima. El inglés tiene cualidades de sobra para expandir su sonido hacia otros horizontes, pero no lo acaba de conseguir. En Steam Days apenas encontramos nuevas texturas. Sí que hay alguna excepción, pero este álbum parece el resultado de sumar lo ambiental de su debut y los ritmos algo más turbulentos de Hard Islands. No lo llamaremos lo que vulgarmente se dice un refrito, porque sí que es cierto que ahora hay ciertos aspectos de experimentación que hacen que el álbum tenga aristas interesantes.
No obstante, el modus operandi de Fake sigue siendo bastante familiar, va introduciendo percusiones para que cuando bajes la guardia entre una nebulosa flotante que ofrece un nuevo matiz a la canción. En definitiva, nada nuevo. Es inevitable darle al play y sentir que Paean, Cascade Airways o Harnser son piezas que hemos escuchado anteriormente, ya sea mediante eps o mediante los discos. Lo cual no quita que dejen de ser buenas canciones, con un marcado sonido Border Community. En la segunda parte del disco en cambio encontramos fragmentos más interesantes, como la atmósfera inquietante y quebradiza de World Of Spectrum o la balsa emocional de Rue.
Encontramos a un Nathan Fake más expeditivo en Neketona, jugando con la baja fidelidad y múltiples percusiones (y en el fondo un James Holden remixeando The Sky Was Pink), al igual que Glow Hole, donde parece que nos topamos con el Squarepusher (otro que sabe de subidas y bajadas) de principios de década. Cierra el disco Warble Epics, un interesante toque cósmico y sinfónico para acabar un álbum que nos deja a la espera.
Él dice que se trata de lo mejor que ha hecho hasta ahora. A nivel compositivo sí, pues ha aunado los rasgos más básicos de sus dos álbumes y les ha añadido creado bases más bruscas y experimentales sobre las que plantar sus reconocibles sonidos. Dicho esto, se echa en falta esa evolución que le lleve a no tener que recurrir a estas fórmulas, que se limitan a confeccionar un ensamblaje que ya conocemos de sobra. De hecho, en varias partes del álbum podemos reconocer cimientos de sus piezas más famosas. Nathan Fake ha creado un buen disco, su más dinámico hasta hoy, pero sigue oliendo al chaval que deslumbró hace unos años. Necesita progresar más a fondo antes de que se hunda en el pozo de la monotonía.
2 comentarios:
Gran análisis camarada. Y yo todavía que no he podido escucharlo....
Gracias! siempre es un placer verle por aquí!
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