Muchas veces solemos denigrar la palabra 'loco' cuando alguien a quien conocemos hace alguna cosa que se sale de lo común, pero al gente que actúa como un loco es necesaria. Y más en el mundo del arte, donde las mentes más taradas son capaces de escupir algo brillante. Alguien dijo alguna vez eso de 'todos los genios están locos'. No, en Betunizer no se ha demostrado que haya ningún genio, pero su música para tarados es necesaria en una sociedad tan programada y, en ocasiones, civilizada.
No se respira ni en la portada |
Boogalizer no es un álbum que suena tan hardcoreta como su debut, pero esboza unas líneas frenéticas bastante similares y más disfrutables al estar alejadas de ese caos. Y una de sus armas sigue siendo el propio vocalista, que gracias a sus birguerías y su forma tan disonante de cantar, actúa prácticamente como si fuese otro recurso más. A esto, por supuesto, debemos añadirle la asesina línea de bajo, con un gran poderío y protagonismo a lo largo de todo el trabajo.
Es cierto que cuesta un poco aclimatarse en la primera escucha, pues nos expulsa tanta ida de olla repentina, pero va creciendo según las escuchas y en cuanto amoldas el oído, Boogalizer empieza a atraparte sobre todo en temas muy marcados. La irregularidad del cantante José Guerrero en sus tonos, la rareza y la no linealidad, hacen que te quedes con él por ser diferente. Esa primera cita la tienes con Cedric Caballos, que además tiene ese bajo que parece no tener fondo. Otro punto fuerte de su propuesta son las letras, no hay más que ver maravillosos títulos como 'El Rejoneador del Frac', 'Imagina que matas a J' (quizá se le entendiera más al cantar) o Rave en el Château. Es inevitable soltar un jijiji cómplice pensando "estos cabrones están muy mal", al escuchar a los valencianos diciéndole a J "ponte a mi servicio, vas a sufrir".
Mientras oyes sus letras de lunáticos, escuchas sus gritos y sientes los embistes del bajo de La Espuela de Calor (¿homenaje a Radio Futura?). Aunque este disco es más liviano, continúan los ritmos enfermizos, directos y apresurados como los de El Cocotero (gran título para una canción de amor): Súbeme-Quiéreme-Llévame-Pruébame-Llévame-Súbeme- Bésame-Ya! Todo esto vociferado en unos nanosegundos. Y de paso, decir que es una de las mejores canciones del álbum, con una progresión que nos lleva a un final melódico, de nuevo con gran protagonismo del bajo. Son los cortes que hacen que les quieras; porque aquí no hay término medio, o los quieres por ser unos lunáticos o te resultan insoportable por ello.
Al final del disco tenemos las últimas filigranas vocales de José Guerrero con las gárgaras que hace en Silver Agers. También las últimas manifestaciones sicnronizadas de bajo y batería con los ritmos aplastantes de Ill Calceto y Rave en el Château. Y así es como termina un disco de locos para locos, o mejor dicho, para aquellos que sin tener problemas en la cabeza, toleran y son amantes de la música delirante. Un disco con personalidad, directo, espontáneo y visceral. Deben ser dignos de ver en directo. Y más estando beodo.
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