El proyecto de Geoff Barrow (Portishead) continúa conservando las mismas señas de identidad que su gran debut, donde la experimentación, las atmósferas densas y lo espacial convergían en un mismo punto. No obstante, era un álbum bastante disperso, que se prestaba más a un laboratorio en el que se hacían pruebas con chismes y ruidos varios, que a una idea global. En >> (cómo se pronuncia esto), continúa presente toda esa sensación de turbulencias, inquietud y líneas vertiginosas de kraut rock. Es un trabajo más compacto y con menos idas de olla, lo que ayuda a escuchar el disco de arriba abajo.
Pues eso, '>>' |
La sección vocal en >> queda relagada a un segundo puesto, donde la voz de Geoff Barrow se desintegra entre las tenues líneas de bajo y teclado de sus compañeros Billy Fuller y Matt Williams. Tenemos el ejemplo en el hipnotismo de Spinning Top, que sustentado en una instrumentación minimalista, es abrazada al final por distorsión para romper el clima. Ciertamente, para los amigos de la música alemana, el kraut y la experimentación, este disco ha de ser una buena válvula de escape, es disfrutable de arriba abajo, con manidas técnicas en el género, pero igualmente eficientes. No sólo podemos destacar estos patrones y la sinergia entre teclado, bajo y percusión, sino la sensación que transmite: una sensación gris, de derrota, de vacío. Escuchar Eggdog es como entrar en una terapia el día del fin del mundo; paranoica y esquizofrénica a su manera.
Esta sensaciones están sobre todo presentes en la primera mitad del álbum, la segunda mitad está más enfocada al lado experimental y a la electrónica, donde hay elementos Kraftwerk y Suicide en Elevator y Liar repectivamente; y otros más espaciales como los de Ladies' Mile. En medio de este fragmento sintético, nos encontramos con el oasis que representa en Wulfstan II, con un riff perverso que se echaba de menos. Eso sí, siempre enmarcado en un espacio tétrico, con la voz de Barrow en modo reverb invadiendo tu cabeza. Para cerrar, dan el golpe de gracia los quejidos de Deserters y la virulenta niebla de Kidney.
Beak> han consolidado su propuesta, con un disco mucho más trabajado, más compacto y menos disperso. Las sensaciones siguen siendo las mismas, paranoia, hipnotismo, paisajes grises... ideal para desconectar y someterse bajo la hipnosis a la que nos somete la camiseta de fuerza de >>. Con este segundo álbum, el trío inglés, bajo la cátedra de Bristol, grupos electrónicos de corte drone, kraut, o electrónica primigenia, empiezan a perfilar una discografía interesantísima y con una gran paleta de experimentación sonora. Un disco esquizofrénicamente disfrutable.
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