II era un trabajo árido; un violento paseo por el desierto que te dejaba seco. En él además había algún descanso en el camino, donde Toundra no nos ejecutaban a bocajaro. Pero III es otra historia, es un paso más atrevido, y sobre todo mucho más ambicioso. Ya no hay descansos que valgan, con este disco crecen compositivamente. Sus virtudes son más explícitas, no sólo ha cambiado la temática, que ahora versa sobre espiritismo, brujería y temas fúnebres, sino que las han reforzado con violines o trompetas. Es uno de los puntos fuertes, que a pesar de que sea una banda furiosa con canciones violentas, también cuidan sus piezas y les otorgan delicadeza con arreglos que producen otras sensaciones.
Para escuchar en el cementerio |
Muchos han sido en twitter los que han expresado su efusividad al escuchar esta nueva sinfonía post apocalíptica, que bien podría servir para poner de fondo en un aquelarre o en cualquier noche lluviosa en uno de esos cementerios escoceses. Toundra vuelven con los rugidos que les caracterizan, con guitarras sin domar y con violines que aumentan la epicidad del momento, como la tormenta que nos abre el disco, Ara Caeli. La sección de cuerda introductoria nos prepara para el primer relámpago, que acecha al final con esos latigazos hardcoreta propios del grupo.
Para meternos en esta temática, han introducido diversos arreglos como el de Cielo Negro, donde al principio se percibe el sonido de la lluvia, dispuesto a ambientar un aquelarre que poco después se ve sacudido por los ofensivos guitarrazos de Toundra, siguiendo un patrón post-rock. Sacudidas como esta o la de Marte, y en todo el disco en general, vienen sustentadas por un bajo que les da un plus de profundidad; ideal para esta mortuoria ambientación. Pero no todo son ganchos mortales, en medio de este vendaval de energía encontramos joyas como Requiem, quizá el tema más emotivo del disco. Es una delicada oda a los muertos con una gran instrumentación en las secciones de viento y cuerda -y, de nuevo, el bajo-, que evoluciona progresivamente hasta un final épico y solemne, similar a uno de esos fragmentos que Metallica ejecutaba con grandeza.
Finalizada la escucha con los acordes ofensivos de Lilim y la agónica melancolía de Espírita, sólo queda decir que estamos ante uno de los trabajos patrios más importantes del año; Toundra siguen su escalada de calidad en esto del rock instrumental, utilizando nuevas fórmulas. Entre ellas tenemos que destacar los arreglos que aportan a la ambientación, el uso de un bajo que no se amilana ante tanta efusividad guitarrística, y sobre todo, esas formidables secciones de cuerda que acaban de ser la puntilla que perfecciona el engranaje de sus fúnebres nuevas piezas. A nivel compositivo, de momento están en el punto más álgido de su trayectoria. Pero aún pueden dar más si siguen atreviéndose a tontear con el post-rock. De momento seguiremos dándole vueltas a este III que proclama la intensidad como su eje de rotación, ya sea con bellas melodías o con iracundos arreones.
2 comentarios:
A sólo una escucha, me parece el peor de los tres. Veremos que nos depara en sucesivas audiciones.
Bueno, quizá necesita que le des más escuchas. Yo le di varias para pasar el fenómeno de sugestión. Sea o no el peor, lo cierto es que sí que es el mejor compositivamente; el que ofrece un mejor acabado con nuevos arreglos.
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