viernes, 22 de junio de 2012

Petar Dundov - Ideas From The Pond, de paseo astral por el estanque

La selección española apeó el otro día a la croata. Y le costó, parece que en Croacia aún hay buen patrimonio futbolístico más allá de Suker. Pero no sólo de Suker y los partidos contra España vive Croacia, también posee a grandes productores electrónicos, y aquí es donde entra Petar Dundov, que ha sacado un nuevo larga duración: Ideas From The Pond. Tiene una dilatada trayectoria en el mundo de la electrónica y ha demostrado su versatilidad en ella, haciendo un techno ácido, oscuro e industrial en los noventas, y cambiando casi radicalmente en la pasada década. En este periodo empezó a hacer ambient, para acabar afincado en el techno, pero dejando aparte su raíz machacona, centrándose más en las aristas house o minimalistas. Vamos que desde techno duro, ambient, hasta su actual techno house, se ha hecho un buen nombre en el espectro internacional.
En los últimos años ha consolidado un bueno sonido bajo el que se siente cómodo y que casi siempre desarrolla en sus producciones; un sonido cristalino e hipnótico que le identifica fácimente. Con él ha confeccionado auténticas joyas como Oasis. Ahora ha vuelto a la actualidad con su su quinto disco, Ideas From The Pond, para seguir sacándole lustro a su mejor arma sonora.
El caso de Petar Dundov es el de un viejo zorro que con el tiempo parece que se hace mayor y se le van quitando las ganas de marcha; así lo reflejan sus discos, a pesar de su inciso ambient. Pero sigue siendo un productor con un material muy interesante y diverso.

En su último disco, Escapements, se marcó un señor álbum que le ayudó a darse a conocer con varios hits, basados en su nueva faceta electrónica. Este Ideas From The Pond es una buena continuación a ese disco, y aunque poseen muchas semejanzas pues la fórmula es la misma, hay pequeños detalles que los hacen diferentes. A pesar de que los dos parten de la misma idea, son como dos hermanos complementarios: en Escapements hay un mayor desarrollo de los beats y no está todo lo explotado que pudiera ese sonido cristalino. Sí lo está, en cambio, en Ideas From The Pond, donde Dundov le saca todo el partido posible a los sintetizadores. A estos efectos, el flamante nuevo disco es mejor álbum, más disfrutable para el oído.

Los paisajes electrónicos molan
Es un trabajo que está hecho para aquellos que disfrutan con sonidos que se desmarcan del resto de la canción, destacando por sí solos, y no de temas en los que todo es un conjunto. Ese bucle hipnótico y nítido se percibe perfectamente nada más enchufar el primer tema, que precisamente es el que le da título al disco. La mecánica es bastante simple, sonido A + base B + sonido A y base B. No es la propiedad conmutativa, es la fórmula que se utiliza tanto en electrónica y que casi siempre suele surtir efecto, a no ser que suela estar muy visto. No es el caso de Dundov, pues como comentamos más arriba, este recurso nítido parece monopolio suyo. Además, después se van adhiriendo más capas de matices, capas ambientales de las que se disfruta con los auriculares.



La clave está en saber deformar tu mejor carta para que no parezca siempre la misma, y es lo que consigue con Silent Visitor, que parece salida de un arpa. Esos artificios sonoros suelen dar mucho juego, y Petar los explota en Distant Shores, con una fórmula progresiva que va avanzando hasta encontrar su auge en los minutos finales. No sólo es ese sonido que parece salido de un arpa lo que Dundov utiliza para encantar tus oídos, a veces prefiere omitir su mejor carta y centrarse sólo en deconstruir el ambiente, como hace en Around One. Para cerrar el disco, nos despide con una pieza de casi 15 minutos, Tetra Float, en la que sobre la base va metiendo diferentes efectos, ya sean sonidos de aluminio o instrumentos de viento.



Ideas From The Pond es una muy buena continuación de Escapements, siete canciones para viajar a través de la mente de Petar Dundov y quedarse escuchando su propuesta sonora en la que muestra un abanico con varios matices que va trabajando durante todo el disco. El único pero que puede encontrar una persona con el oído sin entrenar, más amiga del zapatilleo o del dubstep ofensivo, es que le resulte monótono y largo. Porque esto es para escucharlo tranquilamente y  teletransportarse a ese estanque del que habla el título.





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