jueves, 24 de noviembre de 2011

No es otra excusa para alabar la voz de Freddie Mercury

La voz de Freddie Mercury siempre se ha caracterizado por ser... No. Esta no es otra excusa o tópico para hablar de la gran voz de Freddie Mercury. Ya se ha dicho mil veces y no hace falta más que escuchar esto para saberlo. Parece que este año está marcado por los vigésimos aniversarios de importantes acontecimientos, ya sea el lanzamiento de discos que significaron mucho, o la muerte de personajes míticos del rock, como es el caso que nos ocupa hoy. Pero como ya he mencionado antes, el objetivo de hoy no es hablar de Mercury, cosa que ya se ha hecho mucho y no voy a inventar nada, así que aprovecho la tesitura, ya que todo el mundo habla ahora de Queen, para clamar al cielo y decir que hay vida más allá del We Are The Champions.

La prueba perfecta de que Queen ha sido un grupo legendario, es bastante sencilla: incluso cualquier mozuelo quinceañero que sólo escuche reggaeton en su móvil los conoce. ¿Conocéis a alguien que no conozca We Will Rock You o We Are The Champions? Yo tampoco. Son canciones que se quedan guardadas en la memoria collectiva. Sobre todo esas, aunque también hay otras explotadas vilmente por la publicidad como Friends Will Be Friends. Es curioso porque quizá son más conocidas -al menos las dos primeras- que Bohemian Rhapsody, la obra cumbre de Queen y una de las mejores canciones de la historia.

Siempre me he preguntado por qué la gente no se atreve a adentrarse en la barrera de los setenta. Conoceran esos clásicos, sí, que son de esa década, pero de ahí no pasan. A veces es gente de tradición poco rockera a la que le gustan esos temas, puede que también por su uso masivo en los medios de comunicación, o a veces gente a la que le va el rock en su más amplia rama, que es lo que no cuadra. Qué mala es la perrería. No es que We Are The Champions o We Will Rock You, merecidos himnos, no merezcan serlo, pero en esa etapa Queen produccían verdaderas estacas de hard rock que se clavaban en los oídos de cualquiera.

La habilidad de Brian May a la guitarra (fabricada por él mismo), el efecto stéreo (influenciado por Hendrix), los pedales que se encargaba de 'trucar' el bajista John Deacon para conseguir nuevos sonidos, o los coros de Roger Taylor y, por supuesto, el registro de Freddie; todo contribuía a un combo inigualable. Entrados los ochenta, para bien o para mal, Queen se amoldó a los tiempos y dejó de parir riffs abrasivos y se alejó de su faceta más hardcoreta, la que menos suele esuchar la gente. Es curioso porque fue en los ochenta donde más vendió, osea que en términos económicos les salió bien la jugada.

En su debut, Queen, mostraba esa parte inconformista con ritmos en los que iban a comerse el mundo. Iban a por ti; y podías dejarte atropellar o entrar en su mundo. Era la actitud que transmitían joyas como Keep Yourself Alive o Great King Rat. Realmente un disco mítico, con temas tan solemnes y tan descaradamente setenteros como Jesus. Además, Freddie utilizaba mucho el piano, algo a lo que se le ha dejado de sacar partido y que reluce intensamente en el final de My Fairy King.



Queen II, la continuación de aquél mítico álbum, seguía albergando sutilezas como la solemnidad de Brian May en Procession o sus punteos y distorsinoes en Father To Son.
En esta etapa de Queen, probablemente la mejor del grupo, eran capaces de mostrar bellezas vocales como la conseguida en The Fairy Feller's Master Stroke o de nuevo la parte más dura como en Ogre Battle. Y la cosa no paraba.




En su siguiente álbum, Sheer Heart Attack, la sección instrumental de Brighton Rock sumada al registro de Mercury volvían a surtir efecto. Cualquier pretexto para lucir la guitarra servía, como en Killer Queen, donde May asoma la cabeza en sutiles arañazos. Flick Of The Wrist, la titánica In The Lap Of The Gods Revisited... no hay excusa para no adentrarse en este torbellino de rock.



Su creatividad no tiene límites y a ritmo de disco por año, en 1975 cae A Night At The Opera. Encontramos más joyas cortas con solos excelentes como Lazin On A Sunday Afternoon, al Freddie más desnudo en Love Of My Life, más ritmos a quemarropa en Sweet Lady y por supuesto, Bohemian Rhapsody, cuyo adjetivos me voy a ahorrar porque a estas alturas no creo que sea necesario describirla.



Para seguir con la tradición, 1976 viene con otro disco bajo el brazo y con uno de sus riffs más célebres acompañados de rebeldía: Tie Your Mother Down. Pero también acompañado de otros temas más reconciliadores y con unas versiones a capella también famosísimas. Obviamente, Somebody To Love. Y más buen sabor de boca en temas como Good Old-Fashioned Lover Boy, con unos coros fuera de serie, una de las características que podían desmarcar a Queen del resto de grupos de la época. Y por supuesto, no faltan los detalles de May, gracias a esa manipulación de su pedal vía John Deacon.



Durante finales de la década siguen dando guitarrazos y vistiendo chupas de cuero aunque en menor medida, después ya Freddie pasó a vestir bigote y llegaron los ochenta. Con ellos se fueron los Queen más hardrockeros, los que más caña metían y los que aún muchos aún no han explorado. De eso trataba la entrada de hoy, de hacer ver que Queen no sólo no se acaba con las que salen en la tele, sino que en los setenta tuvieron su época más prolífica; a disco por año y con auténticas joyas.


Larga vida a la Reina.






0 comentarios: