Un currículum envidiable el de Kurt Dahlke, que tras un parón de 23 años con el pseudónimo de Pyrolator, vuelve a la carga en largo con Neuland, un disco donde hace uso de sus artefactos para crear un techno que puede recordar a Detroit, pero mantiene la raíz y la técnica alemana.
Neuland no es un álbum que vaya a sorprender ahora a diestro y siniestro, pero sí es un trabajo para el disfrute de los amigos del techno y de la ingeniería de sonido muy cuidada. Un disco que rememora el buen gusto del techno que emergió de Detroit, pero que suena muy germano, muy urbano. Es más, puede que evoque en algún momento a productores mucho más aclamados hoy en día como puede ser el caso de Paul Kalkbrenner. Escuchar este disco supone el reconocimiento a una trayectoria dedicada a la electrónica, al buen gusto y al propio trabajo milimetrado de Kurt Dahlke, donde cada pieza está perfectamente engranada, sin que haya lugar a momentos de improvisación o descontrol.
Am Ufer, el arranque de Neuland, es una apacible pieza de techno suave, propia de un veterano que no tiene ganas de momentos frenéticos y que prefiere apostar por sonidos más fáciles y cómodos. Más tarde vienen momentos de revoluciones más bajas como Hamtramck o Myrtle & Knickerbocker, donde se teje quirúrgicamente la típica red que suena al techno más añejo de principios de los 90. En los temas del disco no suele existir una revolución, pero sí una evolución, sí que hay leves subidas de ritmo en los tramos finales. Es aceptable que apueste por elementos más tranquilos, pero nunca está de más ese pequeño toque de ácido que aparece al final de Minato Mirai o Another Drippy Day.
Al llegar al final de Neuland encontramos algún tonteo con el trance, aunque de una forma más liviana como es el ejemplo de Vostok o Irresponsible Happy, que de ser un poco más explotada bien podría ser alguna cosa más típica de Tiesto. Aunque el disco no tiene ningún pepinazo que destaque sobre el resto, el nivel general del disco es bueno e incluso notable en algún momento, sobre todo a la hora de moldear el techno dándole una forma que suele ser más melódica de lo habitual, como es el ejemplo de Char. Por el contrario, el tema que esconde un alma más actual y que está a la altura grandes productores de nuestro tiempo es Riding The L-Train, que bien podría formar parte de Berlin Calling.
Un álbum de techno bastante decente, para pasar un momento agradable, pues no es un techno machacón, pero sí muy cuidado en cuanto a sus formas se refiere.
Techno relajado de un viejo zorro |
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