miércoles, 25 de julio de 2012

Crónica Monegros Desert Festival 2012: mucho polvo y más electrónica

Electrónica para todos los gustos, artistas de primer nivel, polvo flotante y arena insana en todas las partes de tu cuerpo, temperaturas calurosas combinadas con frío nocturnos... Son sensaciones que uno se encuentra en Monegros, pero que al fin y al cabo, se aguantan, porque uno de los mejores eventos electrónicos del país así lo merece. Además lo corroboran el amplio número de extranjeros que acudieron a la decimoctava edición, sobre todo eran ingleses y franceses. Las sensaciones fueron bastante buenas, no sólo por la música, sino también por el recinto, que es enorme y tiene unas buenas infraestrucutras. Además, había bohemiadas guays entre actuación y actuación, como tipos vestidos de ¿moléculas? colgados en una grua o insectos gigantes, tales como hormigas o mantis religiosas. Pero centrémonos en lo importante, la música.


ADAM BEYER
Uno de los primeros en pinchar la tarde del sábado, que además disfrutó de gran público. Obviamente por su nombre, pero también porque antes ya había estado sobre el escenario Ben Sims. Es raro que pinchen tan pronto nombres fuertes, pero es lógico al ser sólo un día el festival y al haber tanto artista de calidad. Beyer empezó a calentar la maquinaria del personal con un techno no excesivamente duro, pero con momentos ácidos. No obstante, la sesión fue evolucionando y cuando empezó a caer la noche empezó a salir un techno más ofensivo y caótico. Una aceptable introducción al desierto.


THE PRODIGY
Indiscutiblemente, una de las actuaciones más esperadas del festival. Había muchas ganas de ver a la clásica banda inglesa golpeando nuestros oídos. No decepcionaron, aunque se echó de menos un directo más salvaje, una auténtica rave como las que ofrecían en los 90. Se nota que los años pesan, aunque no se puede negar que representaron fielmente sus clásicos y sonaron potentes. Potentes sí, pero no salvajes y destructivos como al menos yo esperaba. En cualquier caso, es inevitable que se te ericen los pelos cuando escuchas ciertos clásicos. De hecho, que al principio del concierto te suelten un Breathe ya es para fliparse. Y tampoco se puede negar la actitud con la que vino Keith Flint, que parecía en trance interpretando los buques insignia de Prodigy. Durante el concierto sonaron más pepinazos como Omen o Thunder, pero el momento de la locura final vino con Smack My Bitch Up, algo previsible.
Aunque fue una de las mejores actuaciones y sonaron potentes, se echó de menos algo más de contundencia. Quizá también se deba a que con toda la gente que había, estaba lejos del escenario. En cualquier caso, Prodigy cumplieron.

Hombres-molécula flotando

THE BLOODY BEETROOTS
Entre tanta actuación, había ganas de ver cómo sería el formato dj set de los Bloody, para ver si iban a ser tan animales como lo son cuando tocan sus temas propios. A pesar de que su actuación estuvo repleta de altos decibelios, no es en absoluto comparable a cuando interpretan sus producciones. De hecho, los Bloody abusaron de sonido demasiado fácil, con bases sucias y un set aburrido. Quedó claro que aunque siguen siendo unos tipos que lo dan todo en directo, lo suyo es que den caña con su batería, su teclado y sus temas. No obstante, hubo algún pico importante en la sesión, cuando sonó el Smells Like Teen Spirit de South Central y ya de cara al final, Warp, que fue de lo poco propio que pincharon. Demasiado skrillexismo.            

PAUL KALKBRENNER
Otra de las actuaciones más esperadas del festival, la del alemán Paul Kalkbrenner, que a raíz sobre todo de su BSO Berlin Calling, se ha ganado una reputación a nivel internacional que ahora nadie le puede reprochar. El berlinés salió en escena con su mesa de 24 canales, dispuesto a poner en liza su techno de graves profundos, ritmos melódicos y muchas ganas de jugar con sus propias producciones. Más que un set, fue una actuación, porque cuando ponía dos o tres mezclas paraba, dejaba unos pequeños segundos de espacio para que todos le ovacionáramos. Podría parecer un poco de flipadete, pero el tío se lo merecía, fue de lo mejor del festival. Sobre todo se centró en la BSO y en su último disco, Icke Wieder. Se echa de menos que toque en sus directos algo de Zeit o Self, pero su último material también es de alta calidad. Lo combinó con temas sueltos como la fresca La Mezcla, o Platscher, la que interpretó con todos los detalles elegantes que tiene en su base y donde demostró que tiene una sensibilidad especial para componer. En cuanto a los discos, otro momento álgido de su directo fue cuando tocó Jesstruepp, de lo mejor de su último álbum. Pero lo que sobre todo explotó fue el Berlin Calling, con la armónica Azure o la indsutrial Torted. Para el final se dejó por supuesto Sky And Sand, que interpretó doblemente, una modificándola y la segunda pinchando la versión de estudio. Y lo mejor es que tuvo el detalle de despedirse con Aaron. El único pero de la actuación fue que abusó demasiado del bombo al principio, pero fue una actuación para quitarse el sombrero.

2 MANY DJ'S
Paralelamente al alemán, en el Elrow Stage, los hermanos Dewaele ya estaban haciendo de las suyas. De todos los asistentes, podríamos hacer una encuesta y seguro que la gran mayoría les ha visto más de una vez. Porque todos hemos visto varias veces a los 2 Many, pero la cuestión es que nunca nos cansamos de hacerlo. Y la prueba es la sesión que se marcaron en Monegros. Empezaron como siempre con el Hey Boy Hey Girl de los Chemical Brothers y a raíz de ahí fueron deformando la base para ir trabajando sobre ella, lo mismo que hicieron con otros pepinazos, como el tema principal de la BSO de Drive, de Kavinsky. Como suele ser habitual en ellos, no duraban más de 20 segundos en una canción y rápidamente se pasaban a otra, logrando una sesión muy dinámica, contundente y sobre todo electrónica, aprovechando la tesitura en la que se encontraban. Otros temas habituales que se escucharon en su sesión fue el Kids remixeado por Soulwax o Warp, de los Bloody Beetroots

Vienen de todas partes para ver a los 2 Many
MARCO CAROLA
Llegó la madrugada y la hora del minimal y el techno más hipnótico y el italiano Marco Carola fue de los primeros en dirigir la banda sonora del final de Monegros 2012. Empezó su sesión demasiado lento, con una primera media hora que tardaba demasiado en arrancar, dentro de lo poco animado que pueda ofrecer una sesión de minimal, pero a partir de ese periodo la cosa se animó y empezó a pinchar con ritmos más movidos. Acabó la sesión de una forma mucho más decente que como la inició, aunque eso poco le importó a todos los asistentes que se acercaron, pues se entregaron desde el minuto 1.

RICHIE HAWTIN
Y con tanto techno minimalista de mañana, se nos hicieron las 11 de la mañana y la hora de ver al célebre Richie, a ver cómo se comportaba. Desde luego, a nivel técnico, su set fue mucho más elaborado que el de Luciano o Loco Dice, que al menos acabó con un remix de Kraftwerk y su Trans European Express. Lo que no quita que sus sesiones rozaran lo anodino. En cambio lo de Hawtin fue diferente; dentro de lo poco que pueda ofrecer una sesión minimalista, demostró su técnica depurada y dio una exhibición de buenas transiciones con buenos ritmos. No obstante, se tiró todo el principio con los graves demasiado fuertes, ya que cuando metía el bombo seco típico del minimal, retumbaba demasiado, pero más tarde se dio cuenta y reculó. De cara a la mitad de la sesión, aunque no ofreció su versión más añeja en la que le daba mucho al sonido acid, empezó a meter sonidos electrizantes y muy distorsionados. Lo cual mejoró la sesión, ya que logró un final más caótico y rico en sonidos no corrientes. A pesar de que alargó su sesión más de lo previsto, se tuvo que ir entre la ovación de los asistentes, que no eran pocos y le pedían que volviera.

Hawtin y 30.000 amiguetes (por lo menos)
En resumidas cuentas muy buenas impresiones de Monegros, a nivel de música y también de infraestructura; sobre todo con esos bichejos gigantes que se paseaban por el recinto. Además con el detalle de que los dos princiapales escenarios estaban lejos, de forma que así no se solapaba el sonido, algo que suele ocurrir en la mayoría de festivales. El único pero, que para salir sólo abrieran una puerta, haciendo que se apelotonara un montón de gente chupando gravilla.

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