Hace un año el panorama pintaba bastante crudo para los conciertos en Alicante con el cierre del Cure Antidisco Bar, poco después vendrían problemas para los bolos de la sala Hendrix y el cierre de Iniciativa Malanga en Elche. Pero a pesar de todos los obstáculos para la buena música en directo, desde hace unos meses la cosa no sólo se está recuperando, sino que Alicante está disfrutando de una notable actividad musical. Por una parte está la alianza de la sala Stereo con Producciones Baltimore —encargados de montar el sarao del Fuzzville—, que está trayendo la mejor programación que se le recuerda en años —ojo a la programación que hay hasta final de año—, los conciertos que se curran desde Un Fulgor de Moda Antónima, Movidas Ardilla... y también hay que sumar la sala Marea Rock, que está cubriendo un nicho que hasta ahora estaba algo más huérfano.
En esta última, en Marea Rock, tuvo lugar el sábado uno de los conciertos más ruidosos que recuerdo, perpetrado primero por los ilicitanos Hela, que vuelven a la actividad ahora que ya tienen nueva cantante, y por Lodo, otro conjunto formado por cuatro tipos de la Vega Baja —San Isidro— que tienen el culo pelado de haber participado en otros proyectos. Juntos tienen un split, aquí la parte de Hela y aquí la de Lodo. En resumen, una noche ideal para todos los parroquianos del doom metal y el sludge de la zona, que allí se congregaron con sus barbas, tatuajes y ropajes oscuros. Y algunos intrusos que fuimos. No estaba la sala repleta, pero tampoco es sorprendente, a pesar de que se programen buenos conciertos, aún falta cultura de directos en salas, a ver si con la actividad que está teniendo la ciudad mejora esta situación. En cualquier caso, así salíamos a más decibelios por cabeza.
Hela me despeinaron |
Y tras los conocidos, era el turno de Lodo, de quienes no había tenido tiempo de hacer los deberes y con los que me llevé una gran sorpresa. Lo suyo fue una exhibición instrumental, dándole duro a esas atmósferas doom que tejían, con buenos cambios de ritmo y temas muy serios. Tan guapos como los títulos de las canciones ('Paliza', 'Disparate'...). Y sí, lo suyo fue un disparate; un disparate de la hostia. De esos que me tenía que llevar las manos a la cabeza por lo que estaba presenciando. Pocas cosas mejores que un concierto te pille a pie cambiado, y más a un profano —aunque iniciado— del doom metal como yo. El sonido pulcro del lugar permitía percibir pequeños detalles y algo que siempre se agradece, notar la gravedad del bajo, que cuando tiene que convivir en un grupo tan ruidoso en directo puede ser un marrón. Pero allí se percibía todo, él, las guitarras y las tollinas tremendas que soltaba el batería. Mientras la ceremonia seguía su curso, algunos fieles adelantaron varias filas para ejercitar cuello, cabeza y columna. Como es debido.
Satán vive en la Vega Baja |
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