Segundo día de festival, mismo calor, pero con la lección bien aprendida. Sólo ir cuando sea necesario, ir antes supone tostarse. Así que nos dirigimos allí a las 18:00 para disfrutar de
HAVALINA. Una pena que tocara decidir entre ellos o Manel, pero al final optamos por el rock. Y la apuesta no salió mal. Uno de esos grupos que no tiene el mismo bombo a nivel nacional que otros, pero que en Madrid es de sobra conocido. Deberían cambiar las tornas. Dieron una gran lección de rock sin contemplaciones, con guitarras corrosivas y áridas, a juego con el pedazo de sol que hacía. La mayoría estábamos sudando (literalmente) porque la carpa no nos cubría, pero su música hacía más llevadera la agonía. Temas desérticos como la propia Desierto y otros desgarradores como Imperfección, Sueños de Esquimal, 0.25 o Las Hojas Secas y Mamut lograron un gran concierto. Regular y con muchos decibelios (demasiados al principio, problemas de sonido). Finalizó con una interpretación brutal de Incursiones, alargada para disfrutar más el arreón final. Muy buenos. La próxima vez, si el mundo es justo, tocarán en un escenario más grande.

Después de una buena dosis de roc-k-alor era la hora de hidratarse y descansar una hora para asistir a la siguiente dosis guitarrera. En este caso,
BLOOD RED SHOES. Bajo un sol de máxima justicia, Steven Ansell, el batería tuvo incluso que tocar sin camiseta. Y así de paso, imagen más grunge, unida a la vestimenta de la cantante y guitarrista Laura-Mary Carter, que bien ha mamado del movimiento riot girrrl. Deber ser bastante complicado tocar con todo el Don Lorenzo azotándote de frente, pero aguantaron estoicamente y dieron un más que aceptable concierto. Sonaron potentes y repasaron sus dos discos, Box Of Secrets y Fire Like This. Mostraron sus dotes grunge mientras repasaron temas cañeros como Heartsink, Light It Up, Don't Ask, It's Getting Bored By The Sea, la explosiva This Is Not For You, (una de las que más destacó)... Lograron arrancar bastantes botes a una hora bien temprana. En efecto, una guitarra y una batería sobran para agitar.
THE VACCINES. Uno de los hypes del año, completamente merecido por cierto. Los vimos sentados desde el fondo para descansar ante lo que se avecinaba. Al final hubo que levantrsen porque la energía que imprimían a sus temas era arrolladora. Además, con un sonido muy nítido. La verdad, me sorprendieron muy gratamente. Totalmente recomendables en directo. Lejos del típico post punk lento y deprimente, el suyo es un post punk diseñado para bailar y pasarlo bien. El público lo entendió enseguida y entró en euforia con What Did You Spect From The Vaccines?, su disco debut que casi tocaron entero. Tocaron canciones tan bailables como Wolf Pack, All In White, Post Break Up Sex, incluyendo el final de Family Friend fue épico, con ese caos final que se monta. Acabando el concierto, la gente fue emigrando poco a poco para coger sitio para los siguientes.
Y llegamos al tramo final del festival, en el que tocaban los platos más fuertes. El primero fueron los suecos THE HIVES.
Uno ya se imagina lo que va a ver cuando ve subir al escenario a cinco notarios vestidos de traje. Grandioso. "Howlin'" Pelle Almqvist (vocalista de segundo apellido impronunciable), que no se estaba quieto, no paraba de lanzar consignas para animar al público y para echarse flores. Todo un espectáculo en directo. Pero no se hizo el histriónico para suplir su falta de música, es que es así! Bien es sabido que están medio locos: desde animar a las fans a meterse a su camerino después del concierto, hasta hacer que TODO el público se sentara, es difícil que un concierto de esta gente te deje indiferente.
Con un espacio hasta los topes, dejaron caer clásicos de todos los colores como Main Offender (el primero que sonó), Try It Again, Walk Idiot Walk... Quizá muchos esperábamos un Tick Tick Boom para finalizar, pero no fue ese. Alargaron el concierto hasta acabar cerrando con el desparrame de Hate To Say I Told You So. Un concierto para sudar, frenético y cargado de vatios. Grandes.
Se acababa el rock en el DCode, y después de los suecos, el plato gordo era claramente
KASABIAN. Qué se puede decir de un concierto que empieza con Club Foot, Where Did All The Love Go? y Underdog? Más bien poco, las canciones ya hablan por sí solas. Es cierto que Tom Meighan, el cantante, incluso gesticula como Liam Gallagher, algo más que añadir a la larga lista de argumentos contra el grupo, como los de "se han copiado de los Stone Roses o Primal Scream". Entramos otra vez en el mundo de las influencias y los plagios, como si nadie hubiera mamado de nadie. Mejor 'copiarse' de Primal Scream que de King Africa no? En cualquier caso, el de Kasabian fue el mejor concierto del festival. Ya apuntaban maneras con su debut, y discos después siguen a pie del cañón, sin decepcionar y coqueteando sabiamente con la electrónica.

Ahora mismo, de esta nueva década y dejando aparte los Muse y los Radiohead, quién tiene la categoría de esta gente? Incluso los elevaría por encima de los Arctic Monkeys (que nadie me dispare). Ya no son sólo los hits obligatorios que una gran banda ha de tener en sus discos para desmarcarse de bandas simplemente buenas; es el carisma de su cantante, la actitud del grupo en el escenario... Es uno de los herederos de esa etiqueta de 'banda de estadio' que tuvo su auge en los 80 y se está perdiendo. Encima llevan trompetista para tocar Take Aim, tocaron Miserlou de Dick Dale (la de Pulp Fiction), temas solemnes como West Ryder Silver Bullet, trallazos de estadio como Vlad The Impaler... Después tocan un Empire, la gente bota, y llega el momento L.S.F., y cuando acaba, la gente sigue haciendo los coros durante minutos mientras ellos hacen el bis. Momento mágico. Después del bis vuelven con una de las nuevas, la contundente Switchblade Smiles, continúan con el I Feel Love de Donna Summer y para cerrar, la gran traca final: Fire. Apoteósico.
Ahora llega el turno del momento más decepcionante del festival: los CRYSTAL CASTLES. Nunca creí que me dejaran tan frío, o cabreado, véase como se quiera. Desde un primer momento, ya se intuía lo que podía pasar. Empezaron con Fainting Spells, pero en el momento de reventar, se escuchaba un estruendo inaudible. Y lamentablemente, esa fue la tónica del concierto. Retumbaba demasiado, no se distinguian los sonidos y lo que es peor, Alice Glass no llegaba al tono vocal. No se le escuchaba nada. Es más, por momentos daba la impresión de que ni cantaba. Eso, o que la chica se olvidó de poner el micro en On.
Baptism tres cuartos de lo mismo, Alice Practice igual... Un desastre. Sólo se salvaron un poco los muebles a partir de la mitad, cuando sonaron algunos temas no tan cañeros como Reckless o Crimewave, y aún así sólo resaltaban los sonidos de 8 bits. Alice Glass para variar saltó al público y tal, pero nada, queríamos botar pero no podíamos, la música no acompañaba. Otra vez será.