Reconozco que la primera vez que me puse el disco me llevé un sobresalto porque el inicio del álbum es arrollador, con unos Tame Impala más cercanos a los Beatles que se acercaron a la psicodelia. Además, con Kevin Parker en plan John Lennon, engrandeciéndose entre grandes coros, menos riffs guitarrísticos y de nuevo capas sonoras envenenadas de recuerdos engañosos y ácido estéreo. Lonerism representa una confirmación que por otra parte ya nos habíamos temido en su debut, que estos australianos han venido a comerse el mundo. Porque los cambios introducidos así lo demuestran, un trabajo menos estrictamente rock, pero que sigue siendo una delicia para los oídos.
Aumentar el carácter psicodélido e introducir arreglos más sonoros e intangibles ha acabado por crear de nuevo un trabajo que, como mínimo, está a la altura de su primer disco. Y no sólo se acercan a los Beatles, también dejan entrever esta vez, pinceladas que pueden recordar a los primeros Pink Floyd, a los de Syd Barrett. Es aquí dónde nos damos cuenta de la importancia y del peso que está cogiendo la banda. Porque se han metido en un género para nada fácil en el que puedas subsistir a base de dos acordes y una misma estructura. Tame Impala decidió en 2010 que quería meterse a jugar en la liga de los más grandes, y el hecho de que no desentonen y se recuerden tan descaradamente a ellos, sin ningún tipo de complejo, no es más que un síntoma de que ya se han convertido en clásicos. Ellos sólos están marcando las pautas que han de seguir quienes quieran hacerse un nombre en la nueva psicodelia.
Woodstock 2012 |
Como comentábamos anteriormente, el arranque de Lonerism no puede ser mejor, porque además va acompañado de una gran sonoridad, que es uno de los rasgos respecto a su disco de 2010. El ritmo ansioso de Be Above It y la distorsión reverberizada hasta la saciedad que entra en esos arreones, sobrecogen con unos buenos auriculares. Es una canción que no acaba de reventar; es como una introducción que nos lleva ya al primer momento de alucine -si no lo había conseguido el primer corte- del disco, Endors Toi. El sonido empieza a fundirse con el teclado, un bajo muy presente y la voz de Lennon flotando en el momento. Para finalizar, el punteo sesentero que acaba de culminar la jugada; el momento de la alegría, del orgasmo, el momento de reconocer lo buenos que son.
Lejos de caer en riffs y canciones con demasiado minutaje como en InnerSpeaker, Lonerism posee unos desarrollos más cortos, en los que puedes llegar al momento álgido de una forma más directa. Puedes llegar antes a Hendrix en Mind Mischief, a los Beatles en Keep On Lying, a Pink Floyd en She Just Won't Believe Me y al paraíso terrenal al que querían viajar los jipis en Woodstock con Feel Like We Only Go Backwards. Y una vez más, no sólo hay que arrodillarse ante la parte estrictamente musical, los coros vocales, a remolque de Parker son tremendos. Entran cuando tienen que entrar y lo justo para no saturar, pero lo suficiente para que la cabeza te dé vueltas. Y hacia el recorrido final del trabajo: Elephant, una de las canciones del año y con uno de los pocos riffs del álbum. Una canción perfectamente esculpida, con un riff robusto y constante que acaba en punteo, perfectamente acompañado por una batería y con un gran acabado en la segunda línea. Por eso es justo alabar no solo al líder y frontman, sino al grupo en conjunto, porque sus dotes instrumentales quedan más que comprobadas.
¿Es este mejor disco que InnerSpeaker? Probablemente. Aunque este trabajo es sencillamente estupendo y una gozada por todos los lados, el debut no se queda corto. Elegir entre uno de estos dos largos no es una disyuntiva fácil, cada uno elegirá la parte de la psicodelia que prefiere. Hace dos años también nos regalaron auténticas perlas que rezumaban todo el espíritu de los 60 y 70, ensamblado con la tecnología de hoy. Aunque no es algo que sea inmutable, yo al menos me quedo con Lonerism, un disco que rezuma energía y calidad en las doce canciones. Y recuerda más a los grandes clásicos. Es algo sintomático. Dentro de unos años volveremos a repasar su trayectoria y entonces veremos si legítimamente merecen estar entre los grandes del rock psicodélico. Motivos no les sobran.
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