sábado, 20 de abril de 2013

Comprad música original, malditos

OLA K ASE. Qué pasa gente, tenía ganas de volver a publicar en el blog porque no quiero dejarlo abandonado, hay muchas horas de trabajo en él. Desde que estoy en otras publicaciones no tengo tanto tiempo como me gustaría para pasearme por aquí y hablar de la música que voy escuchando últimamente, como venía siendo habitual. Intentaré hacer varias publicaciones al mes, si la secta #sincriterioalguno me deja horas libres.


El caso es que hoy se celebra el Record Store Day, el día de las tiendas de discos, y todos aquellos que vivís en ciudades que tienen alguna me dais envidia, porque nosotros ya no tenemos. En cualquier ciudad mínimamente grande debería existir una tienda de discos, un pequeño reducto que sobreviva al monstruo de internet; una burbuja que proteja las buenas tradiciones que entre las crisis e internet se están encargando de aniquilar. Esos santuarios donde podamos reunirnos los freaks musicales para poder discutir con desconocidos o fauna habitual del lugar, ya sea para destripar la trayectoria de Muse, para flipar con ese grupo búlgaro que no conocen ni en su casa y que tiene una maqueta que es la hostia o para sufrir ataques de alergia por el polvo de vinilos del palelolítico.

Los que aún compran música original saben del valor y la cercanía de estas tiendas, donde puedes tirarte bastante tiempo buscando ese disco descatalogado que ya no existe o escuchando la sabiduría de los mitológicos dueños de estas tiendas, ya sea con su onanismo pureta o con anécdotas de cuando había buenos garitos de rock n roll y la muchachada pasaba la tarde en la calle con un par de litros. En este sentido, el papel de canalizador de auténticos perlas que poseen colecciones acojonantes es fascinante, creando un ambiente ideal para compartir gustos e impresiones se refleja muy bien en Alta Fidelidad. Esa sensación de poder tener una tienda en la que ir a preguntar por un grupo olvidado y que el dependiente no te mire con cara de que le estás hablando en svenska. Joder, comprar música por internet es demasiado frío, y la espera es un coñazo.

Son especialmente molonas esas tiendas en las que hay un tocadiscos en el que puedes poner el vinilo y escuchar la música con la gente que hay en el sitio. Es por ejemplo lo que ocurre en Naranja y Negro, aparte de ir a comprar tu música, puedes poner lo que te dé la real gana en el tocadiscos y compartirlo con tus acólitos. Eso cuando no es uno de los dependientes el que se pone a pinchar para que los que están allí se queden con el culo torcido. Escuchar música en grupo es algo que deberíamos hacer más a menudo, con un unas birras entre manos, un poco de tomacco y a debatir o a flipar en la misma tienda. Esos momentos valen oro, se puede convertir en un ritual social, generalmente más productivo que otros rituales como el botellón (necesario, por otra parte) y es infinitamente mejor que escuchar un disco sólo, encerrado en tu habitación cual ermitaño. Pero claro, para disfrutar de estas ventajas de las tiendas de discos y del placer de estar horas rebuscando entre etiquetas que ni sabías que existían, tenéis que comprar música, malditos vagos esclavos del mp3.

Portadas que molan y que NO salen en tu mp3
Hacía tiempo que no compraba discos y me lo pasé teta, hace tiempo que no entraba en modo calculadora, para hacer cuentas de la vieja y ver si me convenía más llevarme uno u otro, y si debería comprar un disco clásico rebajado en vez de gastarme algo más en uno nuevo. Al final opté por los viejos, y dejé en la leja el segundo de Beak>, un error del que me arrepentí, pero no mucho. Sólo hasta que días después me puse el Unknown Pleasures de Joy Division a todo trapo, una de las compras que hice. Joder, cómo sonaban los mamones.

La economía está como está, pero de vez en cuando hay que dejarse caer por esas tiendas tugurio para rascarse la billetera, como hice hace una semana. Y había gente, inaudito. Miento, en realidad no es inaudito,  la viabilidad de estas tiendas es posible gracias a que hay gente que aún es fiel y que acude periódicamente a comprar para satisfacer su melomanía. Todos nos descargamos música, cómo no, y cada uno elige cómo limpiar sus pecados, pagando en Spotify o comprando CDs. Adquirir nueva música original no es sólo pura colección, a veces se nos olvida que estamos apoyando a un grupo, sello o escena, aunque es cierto que ahora la mayor parte del dinero que se embolsan los artistas lo hacen gracias a conciertos. Además, nuestro querido Gobierno no nos lo pone fácil subiendo el IVA al 21%. Entre todos la mataron y ella sola se murió.

Me despierta pues gran admiración la labor de estas tiendas, que siguen encargando discos para alimentarnos a los que nos gusta comprar música, y más si hablamos de discos descatalogados o difíciles de encontrar. A pesar de que ahora ha subido el IVA, alguna de las tiendas siguen teniendo precios muy bajos, incluso en discos que no son de segunda mano, y teniendo en cuenta cómo está la economía, es sorprendente. Aunque por otra parte, el binomio discos a bajo precio y de calidad + melómanos y coleccionistas, es infalible, por lo que puede que el aumento de este impuesto tampoco se haya notado mucho en estas tiendas, que lo soportan mejor que otros ámbitos como el de los festivales. Pero sigue siendo una tarea hercúlea, puesto que algunas sobreviven en ciudades donde los ayuntamientos se han pasado por el forro cualquier política cultural decente que, mediante conciertos, festivales y otras activadades, ayuden a consolidar la viabilidad de estas tiendas. A su vez, estas tiendas especializadas también pueden generar una escena musical considerable a su alrededor si logran consolidarse, creando un foco de cultura diferente o quién sabe, criando al próximo cabeza de cartel de tu festival favorito. Es vital apoyar la escena local, como dice Steve Albini.

Reliquias
Y para qué engañarnos, la música aquí siempre ha sido bastante cara, mientras que en España un disco nuevo puede costar entre 15 y 25 eurazos, dependiendo del mangurrián de turno que nos presenten, por ejemplo en el Reino Unido esos mismos álbumes pueden costar sólo 8 libras. Cada país cuida su cultura musical como le sale del ojete, y Wert nos lo deja claro. Como hace en otros asuntos, el perla. Aún recuerdo cuando estuve de viaje en Escocia, estaba flipando porque la cultura de las tiendas de discos allí es apabullante: hay muchas, ingentes discos de segunda mano y precios bajos, ya sea en grandes superficies o en antrotiendas. Así que al final me traje de allí sobre treinta discos, el tipo de la aduana flipó cuando vio el amasijo, e hizo amago de preguntarme si era una especie de contrabandista. Vender música tan barata hace que hasta te permitas comprar cosas que ni te mediogustan, pero que por la gracieta te los compras, como pasó con el single de It's My Life de Dr Alban.

Es su vida
No era yo sólo el que alucinaba con el precio de los discos, el dueño de Avalanch Records, la tienda en la que pasaba horas, le explicaba orgulloso a dos alemanes que no eran los únicos que flipaban en colores, el resto de los europeos que pasamos por allí nos quedamos con el culo prieto cuando vemos qué nivel de precios, les comentaba. Si no recuerdo mal, era este tipo en concreto. Claro que además allí hasta hacen conciertos, te lo puedes montar muy bien si tienes interés y sientes HAMOR por estos santuarios.



Vinilos que mola tener
El otro día alguien me preguntó por twitter que si coleccionaba música. Me hizo gracia, algo que debería ser lo común, parece que se convierte en la excepción, sobre todo si hablamos de gente joven. Las nuevas tecnologías invaden nuestra vida y cambian nuestros hábitos musicales, pero como pasa con los libros y los e-books, los discos es mejor tenerlos originales. Al menos en mi caso, me gusta comprarme los que me molan, coleccionarlos además si son antiguos o 'difíciles' de encontrar y también apoyar a un artista que te mola cantidubi. Importante esto último en los grupos españoles, que además ahora venden también su música a buen precio, te envían el disco físico si lo pides en su bandcamp sin tener que pelearse con los intermediarios discográficos.

Thom Yorke, #jodidoloco
Como iba diciendo, con la música original me gusta mirar la estantería y ver un puñado de buenos discos, tenerlos en un disco duro no mola tanto, sobre todo si se te jode y se va al pairo, el cabrón, como me pasó hace poco. Además, es más romántico tener el compacto o el vinilo, oler ese perfume a viejuno y rancio, abrir el librillo y leer esas letras que te inventas en tu inglés, ver los dibujicos que hace el lunático ojopipa Thom Yorke o incluso conseguir que te lo firme el propio grupo, a modo de fanboy. En fin que creo que se va captando después de varios párrafos lo que quería, dejar esta especie de manifiesto a favor de la música original y de las necesarias tiendas de discos que en ocasiones tienen dificultades para salir adelante. Para apoyarlas y seguir poder disfrutando de esa válvula de escape de la inmunda gilipollez que nos rodea, hay que comprar discos. Pero hay que comprarlos, cabrones.

Campanamuertismo firmado
Pensad que con el dinero con el que os estafan cuando compráis un cubata en la discoteca podríais comprar  un disco de Sonic Youth.

Besis.







2 comentarios:

David I dijo...

HAMÉN ! (que como bien sabrá usted, viene de HAMOR")

Pablo S dijo...

Por supuesto! Un placer verle por aquí de nuevo, maese David I.