Los tipos se pusieron en modo cansino como Daft Punk, con trailers de 15 SEGUNDOS, así que al final uno de los acólitos de la secta #sincriterio a la que pertenezco se lo tuvo que explicar. Parece que le hizo caso porque los canadienses no han sacado ningún avance similar, pero eh, ojo con el doble disco que se han marcado. Al final para una vez que vuelvo aquí, me toca soltar un tochazo de esos que son pre-Jotdown. Pero va, venga, hablemos de Reflektorrrl.
Tal y como se podía atisbar en el primer avance, Reflektor, nuestros amigos canadienses iban a tirar por el lado del baile, del buenrollerismo, del abrazo a los sintetizadores que siempre tienen buena acogida entre el populacho. Al principio me dejó desconcertado. Si bien en The Suburbs el grupo ya había decidido hacer un pequeño giro en su arquitectura sonora, rebajando considerablemente la épica y abandonando la liturgia fúnebre e idílicamente inocente, aquí han ido más allá. La paleta sonora general que han utilizado para pintar este disco ha pasado del habitual negro, gris y otros colores tristes, para vomitar colores más alegres que apuntan a la pista de baile.
Se echan la mano a la cabeza, se les entiende |
Es aquí donde me asaltan muchas preguntas que, imagino, serán comunes con gran parte de la parroquia de acérrimos del grupo: ¿era necesario este cambio en Arcade fire? ¿Qué pensar de este cariz tan bailongo? ¿Por qué ni siquiera han seguido el camino de The Suburbs? ¿Por qué han apostado por una propuesta -puede que efectiva, sí- pero más plana? Sin ánimo de seguir lanzando preguntas retóricas al aire en modo Mourinho salvador del madridismo, es mejor analizar los pros y los contras del disco para responder a estas cuestiones que urgen respuesta por parte de todos aquellos que tomamos a Arcade Fire como un referente para nuestra generación, y que iban encaminados a ser uno de los grupos de la década. Aunque realmente ya lo fueron, concretamente de la pasada, pero ¿podrían haberlo sido de esta? Seguramente si hubieran querido, sí.
Para mí Arcade Fire ya hicieron historia con sus dos primeras obras, en The Suburbs, bueno, vale, se ma hacía demasiado largo por el minutaje, pero seguían siendo algo más fieles a sus trabajos anteriores. En Reflektor, el barroquismo ya no existe, tampoco la tensión de todos esos instrumentos de orquesta aumentando al unísono, ya no hay violines que vengan a robarte y/o a rescatar tus recuerdos mejor guardados, no hay épica ni abrumadores ambientes sonoros. 'Sólo' contando ya esta parte, para mí el disco ya pierde enteros pero por mi apreciación personal, porque esos eran los Arcade Fire que me emocionaban y que me sorprendieron por su intensidad y su constante capacidad de erizar el vello.
Ahora, atendiendo a lo que han hecho, pues al fin y al cabo podemos opinar, rajarles o llevarles en volandas, podemos intentar entenderles o sacar las conclusiones de qué nos parece este cambio. Una vez explicada cuál es la vertiente que echo mucho de menos en el grupo, podemos estar más o menos de acuerdo en que ya que se han pasado a los colorines, a la alegría necesaria en días como hoy, pueden haberlo hecho con más o menos acierto. Y atendiendo a estos factores, Reflektor es un trabajo generalmente sin alma, irregular y que se puede dividir en dos partes; la mayoritaria, que es la de vocación bailonga y más endeble y la minoritaria; que es la más rockera.
Eso sí, tampoco se puede negar que en algunos temas suenan realmente bien. El primero de los temas, Reflektor es resultón, con ese ritmito tan fresco y los coros del gran Bowie, acaban por amilanarte junto con ese punteo de guitarra que casi parece una mandolina. Le da un toque tropical y de buen rollo que no queda mal. Ok, no son los Arcade Fire que esperábamos, pero es algo decente, aunque no deja de ser inquietante el cambio tan radical. Y acto seguido viene uno de esos cortes por los que dilapidar al disco, con una insulsa 'We Exist'. No es la mejor forma de reivindicar la existencia, apenas un piano inocente, una sección rítmica pobre que no aporta nada, ningún detalle o arreglo que llame la atención. Conforme viene se va, con casi seis minutos. Otra cosa a criticar del álbum, el exceso metraje de bastantes temas, alargados hasta la saciedad siendo algunos de ellos bastante planos.
Seguimos con el toque tropical, con una 'Flashbulb Eyes', xilófonos, buen ambiente, un cóctel de piña y un tema caribeño del corte de Haití (siendo esta bastante superior). Al menos aquí hay algún efecto de teclado, pero poco destacable, sonidos enlatados que no obstante añaden algo de interés. No es hasta el cuarto corte donde encontramos una joya, para mí la mejor canción del disco, 'Here Comes The Night Time'. Si este toque pistero hubiera sido el que hubiera hegemonizado Reflektor, el batacazo hubiera sido mucho menor. Aunque ya no tenemos los recursos que nos sorprendieron hace casi diez años, aquí tenemos esos cambios de ritmos característicos, una vitalidad inmensa, que queda perfectamente aderezada con el piano y pequeños detalles que entran en segunda línea. A su vez, estos se van elevando (con amagos de muy tímida épica), para acabar dulcemente envenenados por ese sutil piano que prepara el terreno para la alegría desatada que emana de las percusiones. Y por momentos, un Win Butler muy enchufado con ese ¡Here comes the night time!
En efecto, no veníamos a Arcade Fire a bailar, pero con temas tan pegadizos como este, es difícil negarles el saludo. Pero claro, esto no es más que un espejismo. Eso sí, un espejismo que sabe muy bien. Puede que de primeras la rechaces, pero si la tocan en directo vas a tener que abdicar y bailar. Acto seguido, consiguiendo el mejor fragmento del trabajo, llega 'Normal Person', ese toque de rock que recuerda al Month Of May de Suburbs. Punteos, patrones musicales muy similares al The Next Day de David Bowie y cantidad de energía que se desparrama ante nosotros. Es lógico que al pringado de Jesse Pinkman le gustara bastante en directo. Pero ojo, después del efímero momento de satisfacción, otra vez con temas que no tienen absolutamente nada, como 'You Already Know'. Premio a la irregularidad.
La segunda mitad es especialmente soporífera, la mejor parte de Reflektor ya ha pasado, despidiéndose con alguna guitarra y cambio de tempo que merece la pena en 'Joan Of Arc'. El segundo disco adormece con 'Here Comes The Night II', la nana de 'Awful Sound' y sólo llega a tener momentos interesantes, como el riff característico de la banda con 'It's Never Over (Oh, Orpheus)', que no suena mal con los coros conjuntos y ese grito de ¡Orpheus!, que después acompaña a cierto aumento en la intensidad de la canción, sin querer acabar en la épica que en antaño hubiera arrasado. A partir de aquí, lo mejor que vas a encontrar va a ser la mandanga estándar de synth pop de 'Afterlife'. Te podrá parecer más o menos pegadiza en el estribillo, pero aplicar el sonido a Arcade Fire a temas que dependen de los sintes no es buena idea. Es un tema plano, blandito y con una base corriente y moliente. Un quiero y no puedo.
En definitiva, los canadienses han pinchado y sin duda han firmado el peor disco hasta la fecha, esperemos también que de su discografía, y que todo lo 'malo' quede aquí. Si son capaces de volver a sus mejores tiempos, creo que está claro que sí. Son unos tipos muy creativos y sus cabezas pensantes han creado verdaderas maravillas, pero se equivocan eligiendo este sendero. Nos echan de la escucha a muchos. De la parte enfocada al baile y al indie bailongo con toques synth, la mayoría divaga por el ¡¡DOBLE CD!! (a quién se le ocurre sacar un doble disco hoy en día, y más con un cambio tan notorio) sin alma, falto de sensibilidad, con raíces de baile típicas y que no sorprenden, salvo cuando en ramalazos exquisitos como esa 'Here Comes The Night' (con un gran bajo) son fieles a sí mismos con el factor sorpresa, buena instrumentación y uso de arreglos poco comunes y cambios de ritmo. Y bueno, Reflektor si nos ponemos blandos.
En cualquier caso, no entiendo por qué han tirado por aquí, se podría decir que han envejecido con un disco generalmente insulso, pero aún son jóvenes y ellos ya empezaron con música muy seria, sin ramalazos juveniles en los que se puede pecar de auto complacencia, y que precisamente ha representado su estaca en Reflektor. Un paso atrás en el que lejos queda el Win Butler predicador, desbocado, desgarrador, dramático; pero también el que nos lleva a la niñez y a rescatar recuerdos escondidos que surgen gracias al portentoso acordeón de Régine Chassagne y su inocente voz. Pasan de la enjundia, de los temas de estadio, de la milimetrada complejidad de su música; del ADN que les hacía diferentes y que ahora desaparece, condenándoles al mundo de los mortales. Dejan de ser esa banda sonora emocional que conectó con tantos.
Incluso en temas como 'Normal Person', del que se dirá que probablemente sea el mejor del disco y que seguro se salvará de la quema en casi todas las críticas (en el caso de que estas sean negativas), Arcade Fire no están especialmente estelares. Una buena canción, con ritmo y machacadora a veces, pero que sin embargo está lejos de canciones primerizas como Old Flame, con el encanto y la magia de un grupo que venía con mucha hambre y que lo acabó arrasando todo: las lágrimas, la muerte y nuestra propia alma. Aunque aún pueden pegar un volantazo en el estilo, en Reflektor sólo quedan las cenizas de aquél glorioso y arrollador nacimiento.
PD: James Murphy, aléjate de ellos
PD 2: ahora escuchemos alguno de los tres discos anteriores, sólo para comparar y tal
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