Una nueva edición del SOS 4.8 que a priori parecía una de las más flojas de su historia, aunque al final la segunda jornada, los grandes nombres pudieron salvar la papeleta. Eso sí, en la organización hubo algunos puntos que no pueden volver a pasar y que es necesario resaltar. Por ejemplo, la reducción de aseos portátiles, lo que genera una serie de problemas que no necesitan explicación. Luego, para quienes tenían una invitación (abono ganado por sorteo y similares), tenían que pagar cada día por una pulsera adicional de 10€ si querían poder entrar al festival después de salir. Si no, te quedabas fuera. Asimismo, no se podía entrar comida o agua (habiendo hecho sold out), aunque esto puede parecer más razonable. Y también ha habido quejas por los precios elevados de la bebida y por la implantación de los tokens (como el Low), que puede hacer que te quedes con dinero sin gastar si no comprabas algo igual que tu cantidad de tokens. Y los problemas de sonido en algunos escenarios. Pero pasemos a la parte musical del viernes, que no fue especialmente sorprendente pero tuvo sus buenas actuaciones:
Él Mató A Un Policía Motorizado
El de los argentinos fue uno de los conciertos de la
jornada, y seguramente de todo el festival. Era uno de los grupos de más
calidad y eso se notó en el directo. Los problemas de sonido no fueron un
impedimento para que el grupo se comiera el escenario gracias sobre todo a los
jits de Dinastía Scorpio. Con temas como ‘Mujeres Bellas y Fuertes’ mostraron
el músculo que profesan en su último álbum, sin obviar la parte más melódica,
pero igualmente intensa, de canciones como ‘Más o Menos Bien’. Gustaron bastante, y eso se notó mucho en la
reacción del público, entregado desde el minuto uno. Cuando el vocalista, con
cierto aire a Hugo (el de Perdidos) empuñó el poderoso sheeeeni de ‘Chica de Oro’ nos metieron a todos en el bolsillo.
Aunque ya lo habían hecho antes. De lo mejor del festival.
Hugo de Perdidos al frente de El Mató... |
The Prodigy
Con Prodigy, como con otros dinosaurios célebres, acudes con
algo de inquietud por ver qué actuación te encontrarás, al menos en mi caso. Las
veces anteriores que les he visto han estado flojitos, faltos de energía,
exhibiendo la edad, que no perdona. Pero esta vez los terroristas del Fat Of The Land estuvieron en plena
forma. Mucha contundencia en barbaridades como ‘Thunder’, ‘Breath’,
‘Firestarter’ o tantos otros jitazos. Sembraron entre los asistentes esa
violencia que uno espera encontrar cuando va a un concierto de Prodigy. O
saltabas o morías aplastado. Empecé con la cuadrilla levantina hipersónica en
las primeras filas y a la primera de cambio acabamos desperdigados, cada uno en
un punto distinto. Buena señal de que cumplieron con su cometido. No obstante,
por problemas de sonido, para disfrutarlos bien había que estar delante, donde
sonaban en todo su apogeo (aunque las voces ya no estén para tantos gritos), puesto
que por atrás la percepción era la de que están viejunos y no se transmitía
bien esa energía. Sonaba más apagado En cualquier caso, cuanto más cerca de su escenario, mejor. Ahí
no fallan.
The Bloody Beetroots
Buena actuación de los Bloody Beetroots, aunque no de las más
espectaculares que han tenido, a pesar de que venían con su formato live, que
es en el que mejor funcionan. Estuvieron sobre todo presentando Hide, su último
trabajo, en el que han tirado por sonidos (aún) más facilones y cercanos a la
dichosa EDM, pero a pesar de todo siguen exhibiendo sus decibelios en directo
sin problema. Sobre todo cuando suenan sus bombas ‘Cornelius’ y ‘Warp 1.9’,
combinadas con otras nuevas como ‘Runaway’. Ahí nadie puede resistirse. Si bien
esperaba algo más de potencia, sus ritmos tan marcados acaban haciendo que te
entregues. Eso sí, me dejó mal sabor de boca que no tocaran ‘FFA 1985’.
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