La nueva ola de psicodelia y derivados nos está dejando
grupos muy muy buenos. Talentosos y altamente creativos, se mueven entre
coordinadas similares en las que algunos deciden virar por terrenos más
clasicistas y otros experimentar bañados en ácido. De los grupos más
explícitamente psicodélicos en cuanto a los sesenta se refiere, hace poco
hablamos del buen debut de Temples.
Pero no han sido los únicos que ya empiezan a marcar territorio con su primer
álbum. Es aquí donde entra en escena Morgan
Delt, un californiano que debuta en formato LP con Trouble in
Mind.
Parece que el reconocimiento masivo (y merecido) de Tame Impala nos lleva a utilizarles como faro de
referencia para compararlo con el resto de grupos nuevos de rock psicodélico
que nacen. Pero sin embargo este debut en largo del californiano está más
cercano al de Temples,
por sonar más ortodoxo. Y dentro de ese purismo, mientras que los otros se
alían con el pop para crear estribillos que se convierten en jitazo, el
angelino rehuye generalmente de este recurso para perderse en ornamentaciones
que no siempre caen en una estructura de canción clásica. Delt impone sus
propias normas, lo cual acaba dispersando el debut hacia la segunda mitad del
disco.
Este melenudo californiano ya publicó material en cassette
en 2012 (Psychic Death Hole), pero ha sido a principios de este 2014 cuando
hemos podido disfrutar de este debut en formato LP de la mano de Trouble in
Mind (santa casa de oh-todopoderoso-Ty Segall, Night Beats). Así pues
qué mejor sitio para lucir lisergia que en este revivalístico sello. Todo un
acierto, porque Morgan Delt es uno de esos álbumes para acérrimos del género y
estos grupos que en otro tiempo hubieran lucido pantalones de campana y Marco
Paquetti. Sin estar cortado por el mismo patrón que otros congéneres en cuanto
a estilo, el californiano recuerda a los Pink
Floyd de Syd
Barrett y al surrealismo de Flaming
Lips. Sí, las referencias de siempre, pero si sonaran a otra
cosa ya no sería un tipo de fiar.
Frente a los clichés que existen para los nuevos
psicodélicos y los recurrentes recursos caleidoscópicos, distorsiones ácidas
que corroen los oídos y que te sumergen en densas atmósferas venenosas, Morgan
Delt no siempre cae en estos trucos y además a diferencia de otras formaciones
actuales, viaja a los cimientos de los sesenta. También gracias a una producción
que no quiere ser perfecta, para dejar un acabado mucho más fidedigno respecto
a aquélla década.
Este debut no tiene el empuje de Sun Structures, que casi te
mantiene en constante tensión todo el álbum, pero prefierte subyugarte en una
realidad mágica y tramposa, viciada por los efectos secundarios de su música,
donde sólo hay hueco para el hedonismo y bellas mujeres. Tiene canciones que
son oro puro, regalos psicodélicos de la más alta alcurnia que van a ser de los
mejores momentos del año en el género. Abrir el disco y encontrarse con ‘Make My
Grey Brain Green‘ es, precisamente, una de esas perlas que casi
en clave baja fidelidad te transportan a un jardín de experimentación en blanco
y negro en el que de repente llueven pétalos de rosa con la irrupción de un
colorido y prodigioso cambio de ritmo. Barridos de guitarra que chocan con
instrumentos orientales y con la drogada voz de Morgan, que pasa a ser un
instrumento más, disipándose en el espacio.
Otro punto interesante del disco es el tratamiento de la
sección vocal, recurriendo a los coros conjuntos sólo en puntuales ocasiones,
que es una de esas fórmulas ganadoras bastante manidas en los nuevos grupos.
Eso sí, cuando lo utiliza el resultado está bastante bien ejecutado, como el
precioso y evocador final de ‘Barbarian Kings‘, donde su voz se
funde con los arreglos de teclado y una melancolía robada de otros tiempos. De
trovador en la Alhambra pasa a componer temas de más enjundia como ‘Beneath
the Black and Purple‘ donde también tiene amagos de garage
clasicista y primigenio. Y no es el único.
Sea cual sea la postura que adopta, unas veces más purista
y otras más cercano a esa nueva
psicodelia más
accesible, Morgan Delt da un auténtico recital en la primera mitad gracias con
subidones en color como en ‘Mr. Carbon Copy‘, apta para todos
los públicos. Evocador, minutos repletos de capas y recursos en segundas líneas
que no saturan y recuerdos que no se quieren ir. El resultado, temas en los que
a uno no le importaría morir, canciones tan grandes como la vida que empieza en
el punteo de ‘Obstacle Eyes‘. Su voz escapista,
un bajo de maniobras melódicas por abajo y los sesenta flotando en la sala.
Todo funciona como un engranaje perfecto al que caer rendido en perlas como
esta.
En el álbum no hay una idea que lo hegemonice, sólo la
incertidumbre de no saber por dónde saldrá. Sobre todo en la segunda mitad,
donde es especialmente experimental con vocales e instrumentación que recuerda
a la etapa Syd Barrett en ‘Sad Sad Trip‘ o con riffs que te
ahogan en el pesado cambio de ritmo de ‘Backwards Bird Inc.‘. Ante actuales
propuestas de más embistes y con el pop como principal aliado, Morgan Delt ha
creado auténticas maravillas que van a tardar en evaporarse de mi cabeza, sobre
todo en la primera parte, donde sale a relucir esa parte delicada y sensible
que me hace recordar a Arthur Lee. Afortunadamente el angelino engarza esas
emociones y las encumbra con canciones idílicas que no quiero que acaben nunca.
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