Si echas de menos a los XX antes de mutar en música más
incorpórea y a menos pulsaciones, quizá puedas encontrar un recoveco por el que
perderte un rato en el segundo álbum de los italianos Be Forest, Earthbeat (We Were Never Being Boring). Dentro
del espectro del dream pop en el que algunos deciden deshacerse en canciones
imperceptibles, otros que prefieren configurar discos de pop caramelizado o
álbumes más profundos y con descendencias directas del post-punk, aquí es donde
figuran Be Forest. Tres años después de su debut (Cold.),
el trío italiano ha optado por disminuir el músculo de su música, como ya
hicieran The XX.
Pero en el caso de Be Forest la pérdida de sonoridad no ha sido tan radical.
Earthbeat es un disco más orgánico, en el que hay menos referencias al
post-punk clasicista del bajo profundo y juegos de cuerda más calmados. Han
decidido dejar mayor rienda suelta a su vena dream pop.
Earthbeat es otro álbum corto de nueve canciones, más suave que su
predecesor, y que cuando mejor funciona es sobre todo en el primer tramo,
cuando el grupo suena más novedoso por ese pequeño giro de timón. Si bien en
los primeros compases las canciones entran fácil, gracias a esa arquitectura
dulce y delicada y a la nívea voz de Costanza Delle Rose, cantante y bajista
del conjunto. Después de esa primera mitad en la que uno piensa
irremediablemente en un punto intermedio entre The XX y Warpaint, el disco se diluyendo poco a poco
debido a la repetición de la fórmula una y otra vez y a las pocas sorpresas que
este onírico disco nos depara. Con todo, en bastantes pasajes del larga
duración uno se encuentra cómodo. No es una joya especial, pero la delicadeza
con la que está elaborado hace que no importe dejarlo en bucle durante un
tiempo.
Pero el principal problema de Earthbeat es precisamente
ese abuso del mismo engranaje a lo largo del disco. Los paisajes evocadores
funcionan, pero los punteos de guitarra enraizados en el post punk revival empiezan a desgastarse tras varias
escuchas. Tenemos pues un disco en el que encontrar buenos refugios sonoros,
con esa sensación etérea a la que nos somete tanta ambientación preciosista.
Sin embargo, a la vez que es su mayor fuerte, también traduce en su peor
defecto por el abuso. Encontrarse con la ambientación a bajas revoluciones de ‘Totem‘
a modo de unos hipnóticos The XX o las guitarras de Interpol en ‘Captured Heart‘,
a la que se le suma esa sección de viento tan exótica, augura buenas maneras.
Sobre todo en esa primera mitad de disco, pero cuando el dream pop se vuelve
demasiado etéreo, blando (problema común al escuchar este tipo de grupos) hacia
la segunda parte del trabajo, el disco se evapora en demasía.
Quizá el caer en este círculo tenue es el que
probablemente haya hecho mover ficha en sus coordenadas musicales a conjuntos
como Sad Day For Puppets o I
Break Horses. En el caso de Be Forest,
pierden el empuje que tenían en su debut, en el que además seguían apelando a
raíces post punk y ambientes poperísticos para obtener un resultado más
completo. Extirpar en Earthbeat ese postulado de más sonoridad, apostando
principalmente por un corsé más endeble y sensible no tiene por qué ser una
mala idea para variar el estilo. El problema es que dentro de ese ensamblaje no
han ido más allá, caen en el mismo esquema una y otra vez, funcionando mejor al
principio y diluyendo el discurso al final, a pesar de que hay temas que salvar
como ‘Hideway‘. En cierta forma (no es el mismo caso), les ha
pasado lo que a Warpaint,
una apuesta más tranquila que no ha acabado por traducirse en una mejora en su
discurso. Con todo, en este segundo LP de los italianos hay márgenes en los que
anidan buenas sensaciones. Pero acaban siendo la excepción y no la norma.
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