miércoles, 23 de noviembre de 2016

Aries + Selector Dub Narcotic @ L'Escorxador: rarezas de domingo

No todos los días tiene uno la opción de ver a una de las figuras indispensables del underground americano, de aquellos y maravillosos 80s donde la música independiente tenía su factoría de creación. Y no todos los días Elche recibe a un señor como Calvin Johnson, por desgracia. Miembro de Beat Happening, The Halo Benders (con Dough Martsch de Built To Spill) y fundador de K Records, desde donde ha impulsado a cantidad de formaciones y desde donde ayudó a dar a conocer a las riot grrrls, movimiento en el que estuvo presente desde los primeros momentos.


Con ese currículo, podría sacarse la chorra y restregártela por tu cara de gafapasta, sin embargo, él no es así. Él es una persona alegre, vivaraz, bailarina. Conocido por sus curiosas a la par que fascinantes actuaciones en solitario. Y gracias a dios, eso es lo que tuvimos. La cosa ya empezaba fuerte al verle bailar peculiarmente con unos auriculares mientras veía a Aries, con quien está de gira. Era el único de pie mientras la bilbaína presentaba su nuevo trabajo, Adieu or Die (La Castanya). Su voz se camuflaba entre el poderío sonoro de la sala y su sintetizador. De hecho, demasiado, en ocasiones costaba distinguir la sección vocal de esa propuesta a mitad de camino entre el synth pop y el dream pop que en directo ganaba bastante cuerpo. Al fondo, proyecciones psicodélicas que acompañaban sus canciones. Lejos, por cierto, de tener ese efecto lisérgico que reflejaban las imágenes de detrás. Tuvo que enfrentarse a un público de domingo, con apenas cuarenta personas, sentado y sin ganas de marcha. Eso mal siempre, pero poco ayuda que este concierto fuera en El Escorxador, donde la disposición de las butacas (y su propia existencia) predisponen a propuestas más tranquilas y a que la pachorra venza. El combo de ella y Selector Dub Narcotic era mejor para una sala donde tocara estar de pie. Todos lo hubiéramos pasado mejor. Ellos y nosotros.

Aries recitando el horóscopo a ritmo de sintes
Tras la presentación del nuevo disco, llegó el turno del americano, se cambió de ropa y se vistió con unos pantalones normales, una camisa normal y unos zapatos normales. Vamos, como un tipo cualquiera. La silueta de su panza cincuentona y su forma de bailar recordaba a ese señor que no conoces en el convite de la boda y que está bailando de forma vergonzosa. En efecto, nuestro Calvin ya estaba sobre el escenario como Selector Dub Narcotic, un proyecto nuevo en el que mediante sampleos y fragmentos de grupos a los que ha publicado construye canciones que van desde synth pop básico a ritmos casi hip hoperos. Mucho flow que derramaba desde su show en nuestra cara. Porque lo suyo es un show. Cuando se mete en la piel te lo puedes tomar de dos formas, o le odias o le adoras. La gente de bien elige lo segundo, claro, pero tienes que ir sabiendo qué vas a ver. Mediante un cable de micrófono de mil metros, una flauta chichinabesca y su portátil para emitir las bases, Calvin se exhibió durante casi una hora repasando los temas del disco.

Con cadencias funky que se desvanecieron en el directo, interpretaciones como 'Hotter Than Hot' fueron una maravilla desternillante. Con la entonación que pone, sus bailes y todos esos versos con conceptos random recitados en spoken word, no sabes si estás viendo la peor actuación de tu vida o algo fascinante. Yo creo férreamente en lo segundo, a pesar de que en directo distan bastante las canciones de su versión de estudio, como se veía en 'Baby's Got Oi', uno de sus jits. Son las cosas del indie, el Do It Yourself e ir con lo mínimo, supongo. En algún momento aprovechó para hablar con el público, postrado en las butacas y bastante frío, en vez de bajar a bailar, que es lo que pedía el body (el de Calvin Johnson). Comentó que si alguien esperaba algo surrealista o magnífico al ver su nombre, se equivocaba, y se señalaba así mismo en plan "esto es lo que soy". O sea, sí: algo surrealista. Un señor de más de cincuenta años haciendo el notario sobre el escenario sin ningún tipo de reparo y vestido para ir a comprar el periódico; parecía un monologuista neurótico. Antes de su abrupto final también quedó para la memoria su interpretación de 'The Party's Over', como en el resto de temas, con su voz prominente anteponiéndose a la música, que por cierto no estaba baja.

Calvin gustándose
Porque después de toda la actuación había que despedirse a lo grande, y vaya que si la despedida fue abrupta. Estaba sonando un tema del disco, lo cortó de raíz para poner una canción de otra artista y se fue sin decir ni mú. Y todos aplaudiendo esperando que fuera un bis o un algo que fuera a tener continuación. Y no. Todos con el culo torcido y a aplaudir un poco más. Acto seguido, borró la pose desenfedada y se puso a vender seriamente el merchandising suyo, tanto de Beat Happening, como de K Records, como de otras cosas. El negosi es el negosi (indie) y hay que seguir cumpliendo con el ritual. De hecho, lo más maravilloso que había sobre la mesa era su colección de casetes rarunos: recopilatorios de new wave japonesa de los ochenta, country sesentero y otras joyas que sólo conocen los familiares de los grupos. Y Calvin. Para Calvin no hay secretos. Todo del jovenzuelo hard worker que se hizo un hueco poco a poco con los fanzines y recopilatorios, es bonito ver cómo sigue 'militando' con sus cosas raras, a lo Quentin Tarantino buscando cine de judo. Seres excéntricos y fascinantes. Grande, Calvin.


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